Estaba sentada en la sala de espera para mi primera cita con un nuevo dentista. Me fijé en los diplomas colgados en la pared, que mostraban su nombre completo. Repentinamente, recordé un alto y guapo chico de cabello oscuro con el mismo nombre con quien había estado en la escuela secundaria 40 años atrás. ¿Podría ser el mismo chico del que me enamoré secretamente en aquel entonces?
Tras verlo, sin embargo, rápidamente descarté este pensamiento. Este hombre de cabellos grises y casi calvo con profundas arrugas en el rostro era demasiado viejo para haber sido mi compañero de clases o… ¿sería él?
Tras examinar mis dientes, mencioné el nombre de mi escuela y le pregunté si había estudiado ahí.
-Sí, sí, ¡así es! -dijo.
-¿Cuando se graduó? -pregunté.
Respondió que en 1969.
-¿Por qué pregunta?
-¡Tú estabas en mi clase! -exclamé.
Me miró más de cerca y entonces el horrible, viejo y arrugado hijo de perra preguntó:
-¿Qué materia enseñaba usted?.
Tras verlo, sin embargo, rápidamente descarté este pensamiento. Este hombre de cabellos grises y casi calvo con profundas arrugas en el rostro era demasiado viejo para haber sido mi compañero de clases o… ¿sería él?
Tras examinar mis dientes, mencioné el nombre de mi escuela y le pregunté si había estudiado ahí.
-Sí, sí, ¡así es! -dijo.
-¿Cuando se graduó? -pregunté.
Respondió que en 1969.
-¿Por qué pregunta?
-¡Tú estabas en mi clase! -exclamé.
Me miró más de cerca y entonces el horrible, viejo y arrugado hijo de perra preguntó:
-¿Qué materia enseñaba usted?.